Por Wanda Espinal
El otro día criticaron a alguien delante de mí y no le encontré sentido al comentario
Una persona mencionó que le encantaba el sushi y que prácticamente era su comida predilecta.
Cuando se fue, una de las chicas del grupo dijo: «Oigan a esta, ahora le gusta el sushi, y se crió comiendo yuca con leche». Las otras cuatro personas que estaban presentes se rieron y apoyaron aquel comentario.
Más tarde, cuando estaba sola, volví a pensar en ese momento. En mi reflexión, me pregunté: ¿Acaso una persona no puede desarrollar nuevos gustos? ¿Por qué tendría que ser criticada por sentir atracción por cosas distintas a las de su crianza?
Para mí, no tenía sentido, porque, independientemente de cómo haya sido la infancia de alguien, tiene derecho a descubrir y disfrutar nuevos gustos.
Como seres humanos, evolucionamos y aprendemos cosas nuevas en los entornos donde nos desenvolvemos. Si adquirimos preferencias diferentes a las de nuestra crianza, ¡eso está bien! Significa que somos personas abiertas a nuevas posibilidades, que no tememos a las experiencias desconocidas, que nos atrevemos a explorar, probar y disfrutar lo nuevo.
También pensé en lo triste que sería que alguien pasara toda su vida aferrado solo a lo que conoce, sin atreverse a buscar nuevas experiencias.
Conocer nos da años de vida.