Por Wanda Espinal
El otro día, con muchas emociones encontradas, terminé la cuarta temporada de una serie hermosa.
Es un drama romántico que algunos califican como “lento”, pero para mí fue una fuente de grandes aprendizajes. Por eso decidí compartir mi experiencia sin hacer spoilers.
La historia se desarrolla en una comunidad de Carolina del Sur, Estados Unidos. Sus tres protagonistas tienen la oportunidad de evolucionar a lo largo de la trama, transmitiendo mensajes de vida en cada situación.
A través de la serie, aprendí más sobre la amistad y la sororidad. El poder de las segundas oportunidades y la reivindicación es un hilo conductor en toda la historia. Por supuesto, las situaciones familiares están siempre presentes, aunque con un enfoque quizás romantizado en la resolución de los conflictos.
Hubo cuatro aspectos que me llamaron poderosamente la atención:
1. El romance, bien presentado, a veces idealizado y otras con giros inesperados.
2. El sentido de comunidad, donde todos se involucran para solucionar problemas, siempre buscando el bienestar común.
3. La importancia de la iglesia, que ocupa un papel central en la serie, y quien la dirige a parte de liderar el templo, es guía de muchas de las reflexiones que surgen en el desarrollo de la historia.
4. Los sueños y los miedos, ya que cada personaje tiene aspiraciones distintas. Algunos evolucionan, otros dudan, pero nadie enfrenta sus temores solo; siempre hay alguien que acompaña y guía hasta que logran tomar sus propias decisiones.
Te hablo de esta serie porque, al terminarla, sentí que más personas deberían verla. Tal vez podamos tomar de ella lo que nos ayude a ser mejores y aportar más para hacer de nuestras comunidades lugares más habitables y soñados.
Si te animas, búscala como “Dulces Magnolias” y cuéntame qué te pareció.